Nota: lo
que leerán en letra azul son los comentarios
del amigo católico y las negras son las respuestas de este servidor. Para tener
un panorama completo del presente artículo recomiendo leer la primera parte
cuyo enlace está en mi primera respuesta.
Hace
algunos días un lector me escribió para solicitarme que analizara y
respondiera un artículo en donde un amigo protestante intenta refutar algunos
argumentos a favor de la doctrina católica del primado de Pedro publicados por
mí.
Esto es lo que pasa
cuando un católico se encuentra con argumentos bíblicos que no puede refutar. Y
es que ante la Biblia no hay argumento que valga. Lo lamentable de esto es que
los que no analizan con conciencia lo que se expone inmediatamente van a correr
donde su caudillo para que sea él quien saque la cara.
Cuando me percaté de
que José Miguel Arraiz escribió una respuesta a mi artículo titulado Respuesta“protestante” a una respuesta católica, Contestación a un artículo de JoséMiguel Arraíz, me
emocioné al principio por lo interesante que creí que sería. Pero a medida que leía
sus respuestas la decepción era cada vez más evidente. Pero igual decidí
ponerme en marcha y responder una vez más a sus respuestas con lo que dice la
Biblia.
En mi
artículo inicial yo había afirmado que cuando Dios da un nuevo nombre a
alguien, siempre viene acompañado de una nueva función o identidad, es un
cambio profundo en la vida de la persona (se citaron abundantes ejemplos:
Abraham, Sara, Jacob, etc.). En Mateo 16,18 vemos que Jesús cambia el nombre de
Simón a Pedro cuando le dice “Tu eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia”, al momento que le entrega las llaves del reino de
los cielos: “A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates
en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará
desatado en los cielos”.
Como los
protestantes suelen objetar que en ese texto Jesús no se refiere a Pedro como
la piedra sobre la que edifica la Iglesia, sino a sí mismo, yo apliqué allí
las dos reglas hermenéuticas que el pastor me había mencionado:
Regla
SEGUNDA. Es del todo preciso tomar las palabras en el sentido que indica el
conjunto de la frase. Es decir, se debe tener en cuenta el significado de una
palabra a la luz de todas las frases. Por eso es necesario conocer el
pensamiento del autor.
Afirmé
que dado que Jesús cambia el nombre de nombre a Simón por Pedro (que quiere
decir Piedra) no había por qué pensar como sostienen los protestantes que Jesús
se refiriera a otra piedra que Pedro. No podía ser causalidad que le
pusiera precisamente ese mismo nombre para luego referirse a sí mismo. Luego
apliqué otra regla:
Regla
TERCERA. Es necesario tomar las palabras en el sentido que indica el contexto,
a saber los versículos que preceden y siguen al texto que se estudia. No se
puede hacer doctrina con un solo versículo. Es decir se debe tener en cuenta el
contexto del texto para no inventar un pretexto.
Y aquí
sostuve que también el contexto confirma que Cristo se refería a Pedro y no a
sí mismo. En primer lugar porque es a Pedro al que le ha dado ese nombre, y en
segundo porque el significado de su nuevo nombre viene dado inmediatamente
después al nombrarle portador de las llaves.
El argumento que dice
que Cristo se refería a Pedro y no a sí mismo cuando pronunció las palabras de
Mateo 16:18 ha sido contestado en otro artículo de mi autoría llamado “Respuesta a …Y sobre esta piedra” dirigido a analizar y exponer el por qué el
autor de dicha obra está equivocado en cuanto a eso. Invito al amigo y a sus
informantes a leer dicho análisis.
En cuanto a
las reglas hermenéuticas, reitero el que el amigo no hace buen uso de tales
reglas y lo estaremos viendo a medida que avanza esta respuesta.
Resumiendo
el argumento con pocas palabras, nuestro amigo protestante admite que cuando se
le da un nuevo nombre a algún personaje de la Biblia, ese nombre designa el
propósito y la misión de tal persona, pero luego agrega que en el caso de Pedro
no es así ya que Pedro volvió a ser llamado por Jesús por su antiguo nombre
“Simón” y por tanto lo que recibió Pedro no fue un nuevo nombre sino un “apodo” o un “alias”.
Comienzo mis respuestas
aclarando que el hecho de que “admitamos” que cuando una persona en la Biblia
recibe un nombre nuevo se designa el propósito y la misión de la persona, sea
aun cambio o un apodo como en el caso de Pedro, lo admitimos porque la Biblia
lo atestigua no porque el catolicismo o un teólogo católico lo diga.
Ahora bien, nunca he
negado que en el caso de Pedro sea así. He dicho claramente que el sobrenombre
dado a Simón denota su llamado a ser el pastor y apacentador de las ovejas
(Juan 21:15-19). Si miran bien el argumento lo que digo es que aunque el nuevo
nombre designa lo que la persona será, no significa que haya habido un cambio de
nombre (en el caso del NT), lo cual es muy diferente a lo que el amigo se ha
inventado. Como cuestión de hecho, en el Nuevo Testamento no hay un solo caso
de cambio de nombre. Lo que se puede ver es que se dan sobrenombres. Los apodos
por ser apodos no tienen menos significado que un nombre primario, pero lo del
cambio o sustitución es falso. Lo que el amigo no puede probar por la Biblia es
que a Pedro se le cambió el nombre. Este es el punto principal que he querido
comunicar. Lo expondré con más detalle en el comentario al siguiente argumento
del católico.
Lo
primero que hay que aclarar es que cuando Dios da un nuevo nombre a alguien,
este siempre va acompañado de una nueva función o propósito independientemente que pueda volver a ser
llamado por su nombre anterior. Yo nunca afirmé que tenía que
tratarse de una absoluta “sustitución”
de nombre. Uno de los ejemplos que di fue el de Jacob cuyo nombre dado por Dios
fue Israel: “En adelante no te llamarás Jacob sino Israel; porque has sido
fuerte contra Dios y contra los hombres, y le has vencido” (Génesis 32,29)
y su nombre tuvo tanto significado que el pueblo que salió de su semilla
recibió su nuevo nombre “Israel” y lo conserva al día de hoy. Sin embargo si
revisamos el Génesis vemos que a partir de allí Jacob sigue también siendo
llamado por su antiguo nombre aproximadamente 90 veces, en el libro de los
Salmos más de 30 veces, y haga el ejercicio con cualquier otro libro de la
Biblia y obtendrá el mismo resultado. Pues bien, utilizando la lógica de
nuestro amigo protestante tendríamos que concluir que el nuevo nombre dado a
Jacob era sólo un “apodo” que no venía acompañado de ningún propósito o
significado, aunque sabemos que no es así.
Luego
menciona que con Jesús ocurrió lo mismo, pues fue llamado el “Cristo” y también conservó su nombre
natural “Jesús”, pero eso más que apoyar su tesis la contradice, pues dicho
nombre que significa “ungido de Dios” refleja de manera precisa su propósito e
identidad, la misma por la que es llamado “Enmanuel” (Dios con nosotros) ya que
este nombre, más que un “apodo”, refleja quien es Jesús realmente, “la
Palabra que se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros,” (Juan
1,14)
Con esto el amigo
demuestra lo desubicado que está. Primero, la cuestión de cambios de nombre o
asignación de apodos no aplica en el caso de Jesús. Los nombres con los que se
le conoce a Cristo son más bien sus títulos, no apodos ni nuevos nombres. Todo
lo que dice el amigo aquí respecto a Jesús lo sabe un niño de primaria. Lo que
estoy cuestionando no es el significado de ningún nombre sino sobre el alegado
cambio de nombre a Pedro.
Segundo, en el caso de
Jacob sí hubo sustitución (cambio de nombre) porque Dios le dijo claramente que
no se llamará más Jacob sino Israel y cuando se le llama por el primer nombre
posterior a eso es por referencia. En el caso de Pedro Jesús nunca le dijo que
no se llamara más Simón. También he aclarado que nunca he negado que los
nombres, sea cambio o apodo, tienen su significado y propósito. Sobre esto de
los cambios y apodos abundo más adelante en este artículo.
Es lo que pasa cuando
alguien se encuentra con un argumento que no sabe ni puede contestar. Inventa
una jerigonza como respuesta y con eso piensa que ha refutado un argumento.
Pero esto aun está comenzando. En los siguientes argumentos se verá más
ampliamente lo que digo acerca del amigo.
De la
misma manera aunque Pedro también fue llamado por su antiguo nombre, incluso
por ambos al mismo tiempo “Simón Pedro” (Mateo 4,18; 10,2; 16,16; Marcos 3,16;
14,37; Lucas 5,8; 6,14; Juan 1,40; 6,8.68; 13,6.9.24.36: 18,10.15.25; 20,2.6;
21,2.3.11, etc.) eso no tiene por qué significar que su nuevo nombre no viniese
acompañado de su identidad o propósito. De hecho, las palabras de Cristo más
que un “apodo” reflejan su identidad: “Tu
ERES Pedro”, de la misma manera que Pedro le identificó “Tu ERES el Cristo”. ¿Era “Pedro” un
apodo? Entonces “Cristo” también lo era, pero llámese como se llame,
identificaba lo que eran y su propósito.
Demás
está decir que el nuevo nombre de Pedro lo conservó hasta el final al punto de
que en todo el resto del Nuevo Testamento y en especial en las epístolas
paulinas es llamado “Cefas” (Roca o Piedra en arameo) y hoy día lo conocemos
por ese nombre.
A pesar
de todo esto nuestro amigo más adelante continua: “Sobre lo del cambio de
nombre, ya se demostró que a Pedro
no se le sustituye el nombre natural, sino que se le
añade un apodo…”, a lo que habría que observar que nuestro amigo tiene problemas
en entender que significa “demostrar” algo. Hacer notar el hecho de que Pedro
fue llamado también “Simón” luego de que recibiera su nuevo nombre, no equivale
a demostrar que el nuevo nombre dado a Pedro no estuviese acompañado de una
nueva función o propósito. Todos podemos decir que hemos demostrado algo, pero
como dice el dicho el refrán: “del dicho al hecho hay mucho trecho”
Otra
evidencia de que nuestro amigo o no entendió el argumento, o él mismo se armó
un muñeco de paja (falacia en donde se deforma el argumento del oponente para
atacarlo con ventaja) es que él se esmera extremadamente en demostrar que no
fue una “sustitución” de nombre:
“El punto
que quiero traer en todo esto es que aunque sí es cierto, y nunca se ha negado,
que el cambio de nombre denota el carácter del ministerio de la persona, no
podemos aplicar la regla del supuesto cambio a todo mundo porque ésa no es la
realidad. Hay casos donde el
nombre se sustituye completamente pero hay casos en los que esto no ocurre.”
Pero ese nunca
ha sido el punto. Como se ha visto, cuando un nuevo nombre es dado a alguien
por Dios este designa su identidad o propósito mas allá de que su antiguo
nombre vuelva a ser utilizado.
Con estos
planteamientos me percato de que el amigo no comprendió para nada el sentido
que quise traer con esto del nombre. Como dije, nunca he negado los
significados de los nombres. Él mismo lo dice cuando comenta que yo lo “admito”.
Los defensores del
papado argumentan que a Simón se le cambió el nombre. Yo demuestro con la
Biblia que eso es una falacia que no pueden demostrar. Por el contrario lo que
demuestro es que no hubo un cambio de nombre sino la asignación de un
sobrenombre, por lo cual el argumento católico a favor de un primado “supremo”
pierde fuerza.
Lo que el amigo hace
con sus planteamientos es desviar la atención de lo que realmente estoy
queriendo exponer y pasa entonces a producir cortinas de humo para desorientar
al lector.
Casualmente lo del
alegado cambio de nombre lo comenté en mi respuesta a Getsemaní Fernández
Rangel y creo que es pertinente contestar a JMA con lo mismo. Traigo la cita de
la respuesta a “y sobre esta piedra”:
Detengámonos en esta afirmación y preguntémonos: ¿Qué
es un cambio? Según el Diccionario de la Real Academia Española “cambiar”
denota “dejar una cosa o situación para tomar otra.
Cambiar de nombre, lugar, destino, oficio, vestido, opinión, gusto, costumbre”.
A su vez, el Diccionario de Sinónimos y Antónimos dice que cambio es “permuta,
canje, mudanza, transformación. También, dice que cambiar es “alterar, canjear,
permutar, modificar” (2005, editorial Ágata, Madrid). En otras palabras,
cambiar es sustituir una cosa por otra. Esto nos llevará a la otra pregunta:
¿En
verdad se le cambió el nombre a Simón?
A
menudo los católicos utilizan algunos textos del Antiguo Testamento para tratar
de reforzar el argumento del alegado cambio de nombre. Pero si se mira todo
esto en detalle nos daremos cuenta que todo esto en realidad les revierte en
contra. Veamos:
Génesis
17:5 Y no se llamará más tu nombre
Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por
padre de muchedumbre de gentes.
Génesis
32:28 Y el varón le dijo: No se dirá más
tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y
has vencido.
En
todas las discusiones que he visto se le da enfoque únicamente a los
significados de los nombres, que ello denota lo que la persona que recibe dicho
nombre será, hará y todo eso. Entonces pasan a compararlo con el caso de Pedro:
Juan
1:42 Y le trajo a Jesús. Y mirándole
Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere
decir, Pedro).
Es
casi cien por ciento seguro que nadie en una conversación ha sacado a colación
la gran diferencia entre los casos de Abraham e Israel y el de Pedro. ¡Es ahí
donde está el detalle! Cuando Dios le habló a Abram y a Jacob les dijo que no
se llamarán más por sus nombres originales sino que de ahí en adelante se
llamaran Abraham e Israel. En el caso de Pedro uno buscará en vano a ver dónde
o en qué momento Jesús le dijo a Simón que no se llamará más Simón. Por el contrario, La Biblia aclara que Pedro
es solo un sobrenombre dado a Simón.
Marcos
3:16 a Simón, a quien puso por sobrenombre
Pedro;
Hechos
10:5 Envía, pues, ahora hombres a Jope,
y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro.
No
es lo mismo que te sustituyan un nombre por otro a que te den solo un
sobrenombre. El apodo no quita tu verdadero nombre, pero un cambio (sustitución)
de nombre sí, como es el caso de Abraham e Israel a quienes nunca más se les
llamó por sus nombres anteriores. Alguno podrá
argumentar que a Israel se le continuó llamando Jacob después de eso pero esto
no niega el hecho de que el cambio se efectuó con las palabras de Dios cuando
le dijo “no se dirá más tu nombre Jacob”. El uso de su primer nombre
después del cambio es entonces pura referencia al igual que otros casos que se
dan en el AT como el de Sara la esposa de Abraham, entre otros.
Como
cuestión de hecho, en el NT no existe ni un solo caso de cambio de nombres. Por
el contrario lo que vemos es que las personas reciben apodos. Algunos ejemplos:
Mateo 10:3 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano,
Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo,
Marcos 3:16 a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro;
Lucas 22:3 Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre
Iscariote, el cual era uno del número de los doce;
Hechos 1:23 Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás,
que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías.
Entonces podemos afirmar que el
alegado cambio de nombre que el apologista reclama para Simón no tiene base en
la Escritura y lo recalcamos porque sus correligionarios utilizan este hecho
ficticio para impulsar el liderato “supremo” de Pedro sobre los demás
apóstoles.
Otro detalle interesante en cuanto al asunto del
nombre es que cuando Jesús comunica sus más significativas palabras a
Pedro nunca lo nombra como tal (excepto
en Juan 1:42 y Mateo 16:18):
Marcos 14:37 Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a
Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora?
Lucas 22:31
Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para
zarandearos como a trigo; 32 pero yo he
rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus
hermanos.
Juan 21:15
Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás,
¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le
dijo: Apacienta mis corderos.
16 Volvió a
decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí,
Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.
17 Le dijo
la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le
dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú
sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.
Este pasaje del Evangelio de Juan es muy amplio,
significativo y más aun; revelador puesto a que en el momento en que Cristo está llamando al apóstol a ser el pastor y líder de la
Iglesia no utiliza ni Kefas ni Petros sino simplemente Simón tres veces
seguidas. Todo esto nos llama a la reflexión en que en primer lugar, no hay
base en el texto bíblico que apoye la sustitución de Simón por Pedro
pero sí la hay de que Pedro es un apodo, y en segundo lugar, el hecho de que
Jesús en ningún momento llamó a Simón por Pedro siendo que fue Él mismo quien
le otorgó el apodo. Esto nos da una buena pista de qué era lo que Cristo
realmente tenía en su mente cuando pronunció las palabras de Mateo 16:18.
Ese
es mi enfoque. No estoy disputando los significados de los nombres sino la
falsa enseñanza de un cambio (y un cambio ES una sustitución). El catolicismo
dice que a Pedro se le CAMBIÓ el nombre. La Biblia dice que Pedro es un
sobrenombre y no un renombramiento. ¿Por qué el catolicismo insiste en enseñar
algo que nunca ocurrió? Esa es la pregunta.
Ahora
bien, pasando al tema de las llaves el amigo católico me cita como sigue:
Respuesta
protestante:
“Es
correcto que hay un paralelo en cuanto a que las llaves en la Biblia, además de
utilizarse en su sentido literal (ej. Jue. 3:25), también simbolizan un alto
cargo de responsabilidad, pero en todos los casos significa poseer, otorgar y
negar acceso a algo.La pregunta que
nuestro amigo debió hacerse es: ¿de qué son las llaves en Isaías y de que son
las llaves en Mateo?
Aquí es
donde radica la gran diferencia. En Isaías se entrega la llave de la casa de
David y en Mateo se entregan las llaves del Reino de los Cielos. Los contextos
de ambos pasajes nos aclaran para qué era la una y la otra. Si revisamos
el trasfondo del pasaje de Isaías notaremos que antes de Elyaquim convertirse
en mayordomo, Sebna era el ostentador del cargo. El contexto inmediato del capítulo
22 desde el primer versículo nos dice que Sebna era un hombre ambicioso y
corrupto y por eso el mismo Yavé lo destituyó del cargo poniendo en su lugar a
Elyaquim, a quien entrega la llave de la casa de David, es decir de la nación
de Israel. El cargo que Elyaquim
ocuparía sería uno de carácter puramente administrativo secularmente.”
A lo que el amigo
responde:
Nuevamente
en ese argumento nuestro amigo parece o no haber entendido el argumento, u otra
vez se construye un muñeco de paja a su gusto. En primer lugar debo aclarar que
yo no afirmé que las llaves que se mencionan en Isaías 22,22 y las llaves que
Jesús entrega a Pedro sean las mismas llaves. Lo que sostuve es que Jesús
utilizó una figura muy conocida en su época (la de las llaves como símbolo de
autoridad) para nombrar a Pedro el mayordomo de su reino.
Noten cómo el amigo
contorsiona su propio argumento para decir que no dijo lo que en realidad sí
dijo. Admite que las llaves de Elyakim y las de Pedro no son las mismas llaves
pero a su vez les aplica el mismo significado dándoles el mismo tipo de
prerrogativas a ambas. Como veremos el tipo de mayordomía que tienen las llaves
descritas en Isaías 22 no son las mismas que las de Mateo 16.
Es
cierto, y lo mencioné, que las llaves entregadas en Isaías 22,22 eran las
llaves de la Casa de David, o dicho de otro modo, del Reino de Israel, y siendo
Israel una teocracia en todo el sentido de la palabra, el mayordomo del reino
no era un cargo meramente secular como entiende nuestro amigo, sino que venía
acompañado de una paternidad espiritual. El mismo texto así lo hace ver: “será
él un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá.”.
Con el uso de este
texto en la manera como lo interpreta nuestro amigo no se toma en cuenta que
muchos de los reyes de Israel eran hombres de Dios que gobernaban conforme a Sus
estatutos. Lo mismo podemos decir de muchos de sus mayordomos. Eso no se
discute. Pero cuando se trataba de los asuntos espirituales del pueblo ya
habían sacerdotes y profetas que se encargaban de eso. Tomemos por ejemplo el
caso de Esdras y Nehemías. Todos saben que Esdras era un líder espiritual con
temor de Dios y de oración. Pero su llamado fue a administrar los asuntos
políticos del recién retornado pueblo. Esdras el escriba y sacerdote era quien
se encargaba de los asuntos espirituales y escriturales, así como Hageo y Zacarías
eran los profetas de apoyo a la reconstrucción del templo. Entonces Elyakim era
el líder político, Isaías era el profeta encargado de denunciar la condición espiritual
del pueblo y Ezequías seguía siendo la cabeza de la nación como rey.
Es en ese sentido que
cuando el texto arriba citado dice : “será él un
padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá, lo que denota es que Elyakim dirigirá al pueblo
conforme a la ley de Dios guiando y protegiendo al pueblo como lo hace un buen
padre de familia.
Es Dios quien le entrega la llave a Elyakim así como Cristo
le entrega las llaves a Pedro. Elyakim recibe la mayordomía pero Dios sigue
siendo la cabeza de Israel así como Pedro recibe la mayordomía ESPIRITUAL de la
Iglesia pero Cristo es la UNICA cabeza esta. Eso es lo que dice la Biblia
(Efesios 5:23, Gálatas 1:18). Nótese que el amigo admite que Israel era una teocracia
en todo sentido, por lo tanto Dios seguía al mando de todos los asuntos. Él es
quien da posiciones y las quita (aunque tengo ciertas reservas con esto de la
teocracia).
Acerca de esto podemos seguir mencionando otros ejemplos
como el de José el soñador a quien el faraón le entrega el poder para gobernar
Egipto. Esto no significa que José se convirtió en el líder “supremo” de Egipto
porque el faraón seguía estando a la CABEZA de la nación (Gén 41:40). Y así hay
muchos otros ejemplos pero esto es suficiente para demostrar que el hecho de
que se le nombre a alguien mayordomo no significa que este se convierta en
líder “supremo”. Las llaves se entregan al mayordomo para que este administre,
por lo tanto administrar no necesariamente quiere decir supremacía.
Creo que hasta aquí he sido claro en que no niego el
significado del apodo que se le asignó a Pedro como tampoco dudo sobre su
mayordomía.
Nuestro
amigo tampoco parece entender que estaba anunciado que el reino de Israel
trascendería el plano material y no tendría fin porque Jesús al ser su heredero
se sentaría en su trono: “El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y
el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa
de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.” (Lucas 1,32). Por
tanto, con la entrega de llaves, Jesús está nombrando a Pedro el nuevo
mayordomo de su Reino, de la misma manera que los antiguos reyes de Israel
nombraban a su mayordomo.
Repasaré lo antes dicho
para que quede aun más claro. No estoy en contra del significado del nombre ni
de lo que significan las llaves. Mi oposición va del lado de que se utilicen
estos elementos para construir el susodicho muñeco de paja para especular que
por esto Pedro es el líder “supremo” de la iglesia. Ese puesto le pertenece a
Jesucristo. Como el católico lo admite, Pedro era mayordomo, pero Jesús es el
AMO del mayordomo y de la iglesia. Es el único que el Nuevo Testamento reconoce
como líder supremo o la cabeza (Efe 5:23, Col 1:18). Por esta razón las llaves
en el caso de Elyakim significan gobierno pero en el caso de Pedro significan
poder para conceder o negar acceso al Reino de los Cielos. Son diferentes
significados de la figura de las llaves.
Continúa
nuestro amigo protestante:
“En cambio, las llaves del Reino de los Cielos
entregados a Pedro claramente denotan un liderato espiritual que tendría como
pastor en la iglesia. Pedro abriría las puertas de la fe a gentiles pero
más que nada a los judíos. Cuando Cristo le dijo a Pedro “y lo que ates en la
tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará
desatado en los cielos” (Mat. 16:19), tiene un paralelo en Mat 18:18 donde
Jesús dice: “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será
atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será
desatado en el cielo”.Aquí, aunque no
se les entregan las llaves, se les confiere la misma autoridad de atar y
desatar a todos los discípulos, lo que significa que en ese sentido la
autoridad de Pedro no era superior a la de los otros once.”
Con la
primera parte del argumento estoy de acuerdo: las llaves dadas a Pedro no son
ya las antiguas llaves de un reino físico, sino de un reino que ha trascendido
al plano espiritual. Las llaves
entregadas a Pedro son pues las llaves de la Iglesia que es el reino de Dios. Esto
parece entenderlo nuestro amigo protestante y lo celebro. Sin embargo agrega
que como el resto de los discípulos recibe también la autoridad de atar y
desatar de allí deduce que la autoridad de Pedro no era superior a la del resto
de los apóstoles.
Pero
precisamente la debilidad de este razonamiento está en ignorar la relación que
existe con la figura que Cristo ha utilizado, pues al igual que en los antiguos
reinos habían muchos ministros que tenían autoridad para tomar decisiones, sólo
uno de ellos, el mayordomo era el portador de las llaves y su autoridad era
superior a la del resto. Sus decisiones no podían ser revocadas por ningún otro
ministro ya que sólo estaba subordinado al rey, por eso se decía: “abrirá, y
nadie cerrará, cerrará, y nadie abrirá.”
Aquí vemos con aún más
claridad la contradicción del amigo. Dice que las llaves que se mencionan en
los casos en discusión no son las mismas pero aquí de nuevo le da el mismo
significado de “supremacía” a ambas. Estoy de acuerdo con el planteamiento del
amigo en el caso de Elyakim (y otros) pero el error está en querer aplicarle
las mismas prerrogativas a Pedro. Como cuestión de hecho, el paralelismo que
hace el amigo entre las llaves de Elyakim y las de Pedro es incorrecto. Elyakim
y sus llaves son la prefiguración de Cristo y sus llaves como lo indica
Apocalipsis 3:7:
Escribe al ángel
de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave
de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre. Es por esto que el uso de las llaves en Isaías 22 y Mateo
16 son diferentes.
Obsérvese
que el argumento católico no afirma que sólo el sucesor de Pedro tenga
autoridad para atar y desatar, por el contrario, los obispos en comunión con su
cátedra como legítimos pastores de su rebaño también la tienen. Lo que se dice
es que la autoridad concedida a Pedro tiene una jurisdicción más amplia de la
misma manera que la autoridad de los ministros del reino de Israel estaba subordinada
a la del mayordomo.
Es fácil
argumentar cualquier cosa sin demostrarlo con textos bíblicos. En el NT no
existe ninguno para sostener lo que nuestro amigo aquí arguye sobre la
superioridad de Pedro sobre los demás apóstoles. Noten que una cosa es ser
portavoz o pastor de los apóstoles, lo cual es bíblico, y otra es que sea líder
“supremo” de la iglesia, lo cual bíblicamente es insostenible.
La mejor
evidencia de esto es que aunque todos los apóstoles reciben el poder de atar y
desatar, sólo a Pedro se entregan las llaves. Si nuestro amigo quiere salir
airoso de este argumento no tiene que demostrar que todos los apóstoles tenían
autoridad, cosa que nadie niega, sino que su autoridad no estaba subordinada a
la de Pedro cuando la Escritura señala que sólo Pedro porta las llaves. De
hecho Jesús dice “A TI te daré la llave”, no “a ustedes…”, y de esta manera
toda la Iglesia recibe las llaves a través de su portador: Pedro.
Aquí el amigo está
exigiendo algo que él no hace. Pide que demuestre por las Escrituras que los
apóstoles no estaban subordinados a Pedro quien era portador de las llaves.
Pero el amigo no da ni un solo texto demostrando su postura lo cual tenía que
hacer si quería convencer a alguien que Pedro era superior a los demás
apóstoles. El único texto donde puede sostenerse para no ahogarse es el de
Mateo 16:19 donde se demostró que esas llaves no significan lo mismo que las de
Elyakim. Mayordomo no es sinónimo de cabeza. Pedro era el mayordomo, Cristo es
la cabeza. Que el amigo demuestre lo contrario.
¿De qué modo Pedro
utilizó las llaves? Cristo llamó a Pedro a ser pastor y apacentador del rebaño
(Juan 21:15-17). Pedro fue precursor al presentar el evangelio a los gentiles.
En Hechos 2:14 y siguientes Pedro le abrió las puertas del reino a todo el que
escuchó su discurso y creyó. También podemos verlo en el momento que le predica
a Cornelio, otro gentil (Hechos 10). En todo lugar donde Pedro predicó el
evangelio estaba abriendo las puertas del cielo. Así se podrían enumerar más
casos.
Ahora bien, en ningún
lado se dice que Pedro ordenó o decretó alguna cosa que no se podía revocar por
los otros discípulos. No hay un solo caso en el NT. En el Concilio de Jerusalén
(Hechos 15), por ejemplo, Pedro aportó su testimonio al igual que Pablo y otros,
pero el decreto irrevocable no fue hecho por Pedro sino por Jacobo (Hechos
15:19 y siguientes). Tampoco a Pedro se le ve decidiendo ni decretando ni
escogiendo ni enviando a nadie. Lo hacían los discípulos y los ancianos en
conjunto, no solo uno.
Cuando uno de los
apóstoles rendía sus informes lo hacían ante Jacobo y los ancianos. La Biblia
dice:
Hechos 21:17 Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos
recibieron con gozo.
21:18 Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los
ancianos; (el texto grieto literalmente dice que fueron hacia
Jacobo)
21:19 a los cuales, después de haberles saludado,
les contó una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles por su
ministerio.
21:20 Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a Dios,
y le dijeron: Ya ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído; y
todos son celosos por la ley.
21:21 Pero se les ha informado en cuanto a ti, que
enseñas a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar de Moisés,
diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni observen las costumbres.
21:22 ¿Qué hay, pues? La multitud se reunirá de
cierto, porque oirán que has venido.
21:23 Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres que
tienen obligación de cumplir voto.
21:24 Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga
sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada
de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente,
guardando la ley.
21:25 Pero en cuanto a los gentiles que han creído,
nosotros les hemos escrito determinando que no guarden nada de esto;
solamente que se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de
ahogado y de fornicación.
21:26 Entonces Pablo tomó consigo a aquellos
hombres, y al día siguiente, habiéndose purificado con ellos, entró en el
templo, para anunciar el cumplimiento de los días de la purificación, cuando
había de presentarse la ofrenda por cada uno de ellos.
Pedro
mismo reconoció lo importante que era rendir cuentas a un líder:
Hechos 12:16 Mas Pedro persistía en llamar; y cuando
abrieron y le vieron, se quedaron atónitos.
12:17
Pero él, haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo
el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a
los hermanos. Y salió, y se fue a otro lugar.
Además
Pedro sabía bien lo que era seguir órdenes:
Hechos 8:14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén
oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a
Juan;
Tomando
en cuenta el contexto de los textos anteriores, ¿quiénes enviaron a Pedro y a
Juan a Samaria? La respuesta está en la Biblia: los apóstoles sujetos a la
aprobación de JACOBO.
Aprovecharé
esta coyuntura para refutar una posible objeción a esto. A menudo los católicos
apelan a Gálatas 1 donde Pablo dice:
Gálatas 1:18 Después, pasados tres años, subí a Jerusalén
para ver a Pedro, y permanecí con él quince días;
1:19
pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del
Señor.
Un
sitio católico comenta a esto:
La palabra visitar, que hemos empleado a falta de otra más
exacta, no reproduce adecuadamente la fuerza del verbo original “historésai”,
que significa conocer de vista, tener una entrevista, visitar por atención y
respeto. Con ello quiere decir San Pablo que deseó conocer personalmente a San
Pedro, ofrecerle sus respetos y hablar detenidamente con él. La manera
indirecta de mencionar, cómo por vía de preterición, el hecho de haber visto
simplemente a Santiago, indica el carácter ocasional de este encuentro y la
importancia secundaria que le atribuía San Pablo. Y esto que Santiago el obispo
de Jerusalén y el hermano del Señor.
Es cierto que en el verso dieciocho se utiliza la palabra jistoreo (ἱστορέω G2477) que “denota
visitar con el fin de hacer conocimiento” (Vine). Strong indica que el vocablo significa “ser conocedor (educado), i.e. (por
impl.) visitar para información (entrevista):-ver”.
Con esto el católico forma
un argumento para rebajar el encuentro con Santiago (Jacobo) como una “simple
vista” secundaria inferior a la visita a Pedro. Pero cuando hacemos la misma
exegesis del verso dieciocho en el verso diecinueve (cosa que curiosamente no
vemos en el argumento del católico) vemos el tipo de “vista” que Pablo hizo a
Jacobo realmente.
En el verso diecinueve se utiliza la palabra eidon (εἰδόν G1492), la cual está “(relacionado
con oida, conocer), saber:-percibir,
reconocer, saber, ver, comprender, conocer, conocido, entender, ignorar, informar,
mirar.”
Podemos
ver entonces que tanto jistoreo como eidon significan conocer. El primero, con
carácter de entrevista. El segundo con carácter de informar. No podemos perder
de vista que a quien se le rendía cuentas de todo era a Jacobo. En el relato de
Gálatas no se ve a un Pedro ordenando ni decretando nada sino entrevistándose
con Pablo. Como cuestión de hecho, esa parte de Gálatas es la versión de Pablo
de los acontecimientos de Hechos 9:25-26, 22:17-18, 2 Corintios 11:33.
Además,
si para Pablo Jacobo estaba en un nivel secundario en relación con Pedro
entonces, ¿por qué cuando Pablo menciona a los de cierta reputación en la
iglesia (Gálatas 2:9) menciona a Jacobo primero y segundo a Cefas? En ninguna
de sus menciones Pablo ubica primero a Pedro (1 Corintios 1:12, 3:22, Gálatas
2:9).
Pasemos
ahora a analizar la segunda parte que el amigo hace en respuesta a mi artículo.
A manera de resumen muy breve, para intentar refutar mi
argumentación nuestro amigo se basó en lo siguiente:
- Si
bien acepta que los cambios de nombre en la Biblia de parte de Dios, vienen
acompañados de una nueva función e identidad para la persona, en el caso de
Pedro no necesariamente es así ya que lo que allí ocurrió no fue una
“sustitución” de nombre, sino que se le dio un “apodo” o “sobrenombre”.
-
Cuando se le entregan las llaves del reino de los cielos, no hay por qué
entender que se le está designando “mayordomo” del reino, y no necesariamente
hay una relación entre la figura de las llaves aquí, y las llaves del mayordomo
del reino de las que se habla en Isaías 22,22.
A manera de resumen, ya se contestó a los planteamientos aquí citados.
Si vemos el primer punto ya se aclaró que nunca puse en duda el significado del
apodo que se le asignó a Simón. Lo que enfaticé es que el supuesto cambio de nombre
es una falacia. Sobre el significado del nombre podrán ver en detalle el porqué
difiero del argumento católico con más detalle AQUÍ.
En cuanto a las llaves se explicó que no se está poniendo en duda el
significado de mayordomía que tienen pero no se le puede aplicar el mismo
significado de primacía a la figura de las llaves en Isaías y Mateo porque los
contextos del uso de dichas llaves no son las mismas. Y lo mostré con textos
bíblicos. Pero nuestro amito continúa:
Las llaves
del Reino de los cielos
Nuestro amigo también escribe:
“En este momento entramos a
discutir sobre las llaves que le fueron entregadas a Pedro. Nuestro amigo católico
encontró en el pasaje de Isaías 22:20-25 un paralelo con Mateo 16:19 para
indicar que las llaves que le otorgaron a Elyakim denotan una mayordomía
superior. En este punto estamos de acuerdo el católico yo.
Es correcto que hay un paralelo
en cuanto a que las llaves en la Biblia, además de utilizarse en su sentido
literal (ej. Jue. 3:25), también simbolizan un alto cargo de responsabilidad,
pero en todos los casos significa poseer, otorgar y negar acceso a algo. La
pregunta que nuestro amigo debió hacerse es: ¿de qué son las llaves en Isaías y
de que son las llaves en Mateo?.
Aquí
es donde radica la gran diferencia. En Isaías se entrega la llave de la casa de
David y en Mateo se entregan las llaves del Reino de los Cielos. Los contextos
de ambos pasajes nos aclaran para qué era la una y la otra.”
En primer lugar, habría que añadir que la figura de las
llaves de un reino, más que meramente significar “poseer, otorgar y negar el acceso a
algo” simboliza autoridad de gobierno, que incluye la potestad de
tomar decisiones. En el texto de Isaías 22 se ve cómo es una autoridad sólo
subordinada al Rey, por lo tanto el carácter de esas decisiones es irrevocable
para el resto de ministros también con autoridad en el reino. De allí que el
texto dice “abrirá, y nadie cerrará, cerrará, y nadie abrirá.”
En esta parte
estoy de acuerdo con el amigo. Las llaves en el texto de Isaías significan lo
que muy bien el amigo expone. Pero como ya se dijo, el error está en querer
asignarle el mismo significado de la figura a Pedro. En cuanto a la parte del
pasaje que dice “abrirá, y nadie cerrará, cerrará, y nadie
abrirá” se está haciendo un paralelismo incorrecto (y eso
también se discutió). Aquí, en la persona de Elyakim se está haciendo una
prefiguración de Cristo como vemos en Apocalipsis 3:7:
Escribe al ángel
de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra
y ninguno abre.
Por otro lado, como comenté en mi entrega anterior, mi
argumentación no consistía en decir que Pedro recibió las mismas llaves que
Sebna, sino que Cristo utilizó una figura de su tiempo, la de las
llaves del reino, para dar a entender que estaba confiriendo una autoridad
sobre su reino a Pedro.
Esta contradicción también se discutió. Y con esto nos damos cuenta de
que estos argumentos repetidos del amigo son lo único que tiene para sostenerse
en pie pero todo se le cae por su propio peso. Él dice que Pedro y ELYAKIM no
reciben las mismas llaves, pero de inmediato aplica la mencionada figura a
Pedro con el mismo significado y de la misma forma que lo hace con Elyakim.
Sebná fue mayordomo de la Casa de David, un reino
hasta entonces terrenal, pero el reinado de Jesús, heredero de la Casa de
David, trascendería el plano terrenal y sería de plano espiritual, de
allí que se profetizara que se sentaría sobre la cada de David, su padre, y su
reinado no tendría fin. Nadie intentó probar que Pedro sería el nuevo mayordomo
del Israel terrenal,
… y es por eso mismo que estoy diciendo que las llaves no se pueden
aplicar con el mismo significado en ambos casos; uno de carácter político
(Elyakim) y el otro de carácter espiritual (Pedro). El amigo está confundiendo
la relación de Elyakim con Dios con
la función de gobierno que se le
delegó. No sé de dónde el amigo saca que se está diciendo que Pedro sería el
mayordomo del Israel terrenal. Es el amigo quien anda enredado en sus propios
señalamientos.
“En cambio, las llaves del Reino de los Cielos entregados a Pedro
claramente denotan un liderato espiritual que tendría como pastor en la iglesia. Pedro abriría las puertas de
la fe a gentiles pero más que nada a los judíos. Cuando Cristo le dijo a Pedro
“y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la
tierra quedará desatado en los cielos” (Mat. 16:19)”
Lo primero es correcto. Que las llaves entregadas a Pedro
denotan un liderato espiritual es precisamente lo que había establecido
aludiendo Isaías 22,22. Nuestro amigo admite lo que intentaba demostrar.
Otra demostración más de lo que he estado señalando. Sigue insistiendo
en darle el mismo significado a las llaves en ambos casos. El liderato que se
alude en Isaías 22 provenía de un hombre espiritual con temor de Dios. Pero su
mayordomía era una de carácter administrativo políticamente hablando (¿ven la
confusión?). De la parte espiritual se encargaban otras personas que Dios puso
para eso. Por otra parte, las de Pedro eran un liderato espiritual como pastor de
la iglesia.
Ahora, es cierto
que parte de las funciones de Pedro como nuevo mayordomo es permitir la entrada
de gentiles a la Iglesia, pero no sólo se limitan a eso. Usar su potestad para
gobernar en algún momento determinado no implica que la autoridad de gobierno
se limite a eso, como suelen razonar los protestantes. De allí que Jesús dice “LO QUE ATES”, y “LO QUE DESATES”.
Me gustaría que el amigo demuestre bíblicamente en qué momento Pedro
utilizó su potestad para “gobernar” la iglesia. Lo que Cristo le ordenó fue a pastorear
y apacentar el rebaño (Juan 21: 15-17). Pero ¿gobernar “en algún momento
determinado”? Que demuestre cuando fue ese “momento”.
En cuanto a la cita que el amigo hace de “LO QUE ATES”, y “LO QUE DESATES”, el amigo
bien sabe que esa facultad Cristo también la delegó a los demás discípulos
(Mateo 18:18). Pero el amigo pretende hacer un espagueti con las llaves y el
atar y desatar como si fuera todo lo mismo.
Continúa nuestro amigo:
“Otro pasaje paralelo es Lucas
11:52 donde Cristo habla sobre las “llaves de la ciencia”. Ahí el contexto
indica el negarle el verdadero conocimiento a las personas enseñando en su
lugar uno falso, cerrándoles así las puertas de los cielos (Mat. 23:13). No hay
en este pasaje indicio alguno de primacía.
También en la revelación de
Apocalipsis hay cuatro instancias en las que se mencionan llaves. Una de ellas
denota la posesión de acceso y señorío a la casa de David, pues el
portador de las llaves aquí es el mismo Cristo (Apoc. 3:7) También es Cristo
quien posee las llaves de la muerte y el Hades (1:18). Las otras dos denotan el
acceso al abismo (Apoc. 9:1, 20:1). En este caso, aunque a la estrella que cae
del cielo se le entregan las llaves del abismo, aquí las llaves no denotan la
primacía de éste, pues el puesto ya está ocupado por el rey de los que viven
allí, quien es “Abadón, y en griego, Apolión” (Apoc. 9:11). En el
cap. 20, tampoco las llaves significan primacía por lo antes dicho.
Al
aplicarle solo un significado (el de primacía) a las llaves es ignorar el resto
de los usos y contextos asignados a lo largo de todas las Escrituras. Por
lo tanto, cuando examinamos pasajes paralelos no podemos olvidar el
trasfondo y el contexto de éstos porque el hecho de que sean paralelos no
significa que sean cien por ciento equivalentes. Parece que a nuestro amigo
católico se le “chispó” ese pequeño detalle.””
Más adelante continúa extraviado divagando sobre las
diversas figuras de llaves en la Biblia, lo que hace ver que ha comprendido el
argumento de manera simplista.
Vamos a ver cuán simplista he comprendido mi “divagación”. En el proceso
verán el pésimo uso que el amigo le da a las reglas hermenéuticas que él mismo
cita.
Regla
TERCERA. Es necesario tomar las palabras en el sentido que indica el contexto,
a saber los versículos que preceden y siguen al texto que se estudia. No se puede hacer doctrina con un solo versículo.
Es decir se debe tener en cuenta el contexto del texto para no inventar un
pretexto.
Si ha leído bien, la regla dice que no se puede hacer doctrina con un
solo versículo. Pues bien, a pesar de lo que dice la regla el amigo solo
utilizó un texto para tratar de demostrar su argumento relacionado con las llaves
(correcto, Isaías 22:22). Aquí el amigo ha hecho mal uso de dicha regla.
Lo que el amigo no dice es que yo
seguí la regla al pie de la letra (como se ve en la cita mía que él amigo puso)
y analicé todos los pasajes donde se
mencionan llaves en la Biblia.
Y ahí el amigo reprobó la regla
quinta:
Regla QUINTA. Es necesario
consultar LOS pasajes (PLURAL) paralelos. Los pasajes paralelos son aquellos que tienen relación, o que tratan de
un mismo asunto.
Los pasajes a los que aludo el mismo amigo las
citó más arriba pero ni siquiera les dio un ápice de importancia. Repasémoslas:
Lucas 11:52 Cristo habla sobre las “llaves de
la ciencia”. Ahí el contexto indica el negarle el verdadero conocimiento a las
personas enseñando en su lugar uno falso, cerrándoles así las puertas de los
cielos (Mat. 23:13). No hay nada en el pasaje que le dé a las
llaves un significado más amplio del que el mismo contexto les da.
También en la revelación de Apocalipsis hay cuatro
instancias en las que se mencionan llaves. Una de ellas denota la posesión de
acceso y señorío a la casa de David, pues el portador de las llaves aquí
es el mismo Cristo (Apoc. 3:7) También es Cristo quien posee las llaves de la
muerte y el Hades (1:18). En este caso las llaves las tiene el mismo
Señor, lo que significa que las llaves aquí indiscutiblemente significan soberanía.
Las otras dos denotan el acceso al abismo (Apoc.
9:1, 20:1). En este caso, aunque a la estrella que cae del cielo se le entregan
las llaves del abismo, aquí las llaves no denotan la primacía de éste, pues el
puesto ya está ocupado por el rey de los que viven allí, quien es
“Abadón, y en griego, Apolión” (Apoc. 9:11). En 20:1, tampoco las
llaves significan primacía sino poder para abrir y cerrar.
Si hacer uso correcto del las reglas hermenéuticas es extraviarse o divagar
no quisiera pensar como le llamaré al uso que le dio el amigo a dicha regla.
Nadie ha sostenido que la figura de las llaves del reino
signifique meramente “primacía”, lo que se ha dicho es que simbolizan autoridad.
Por eso mismo es que demostré con textos bíblicos que las llaves no
necesariamente denotan primacía. El problema es que el amigo utiliza solo un
texto para demostrar que las llaves de Pedro significan lo que realmente no
significan. ¿Y los demás? Bien, gracias.
Las llaves del
reino de los cielos evidentemente simbolizan AUTORIDAD EN el reino de los cielos, no en otro
tipo reino. Y se deduce que Pedro ha recibido la primacía sobre el resto de los
apóstoles, porque sólo él recibe las llaves, una figura en donde cuando el que
las porta ata, otro no desata y viceversa.
Ya he mencionado el problema que tiene este argumento. El amigo
simplemente “dice” que Pedro ha recibido la primacía SOBRE el resto de los
apóstoles porque el que porta las llaves ata y otro no desata, etc. Pero ¿dónde
están los textos que demuestren que Pedro ejerció ese tipo de autoridad? El
único en todo el Nuevo Testamento que es descrito con esas prerrogativas es a
Jesús. Es fácil decir algo sin demostrarlo. Así cualquiera.
Sin embargo yo expuse los textos que demuestran lo contrario.
Pero nuestro amigo de forma plana razona que cuando he
sostenido que el momento donde Cristo entrega las llaves a Pedro le designa
como primado entre los apóstoles, por la autoridad que le confiere, nuestro
amigo sólo entiende este absurdo:
LLAVES =
PRIMACÍA
Por el contrario, lo que
hago es refutar a los que creen tal absurdo. El amigo me acusa de algo que
quien lo hace es él. Luego manipula mi argumento para que diga lo que él quiera
y así poder contestar algo. Lo que he dicho es que considerando todos los
pasajes donde se habla de llaves queda claro que las llaves no necesariamente
significan primacía.
Dicho de manera simple: Pedro no
recibe la primacía sólo por recibir unas llaves cualesquiera, recibe la primacía por ser
el apóstol al que Jesucristo le entrega la autoridad para gobernar su Iglesia,
utilizando las llaves del reino de los cielos como símbolo.
Sin embargo, aquí nunca se ha hablado de unas llaves “cualesquiera”.
Sabemos que esto de las llaves son elementos simbólicos. Segundo, noten como el
amigo utiliza el símbolo de las llaves en el contexto de una primacía
(gobierno). Luego dice que yo incurro en un absurdo.
“Aquí el querido amigo católico se acaba de pegar bien fuerte con su
propio garrote.
La acusación de que “los protestantes aplican un patrón fijo de significados a
los elementos metafóricos” es precisamente lo que él ha hecho en relación con
las llaves de Elyakim y las de Pedro. Utiliza la figura de la llave y la aplica a ambos personajes de la misma
manera y sin embargo, la aplicación de
la autoridad que confieren las llaves y los contextos son distintos en los dos
pasajes.”
Pero esto como ya se ha explicado no es cierto, pues nunca
he sostenido que las llaves de ambos reinos fuesen de la misma naturaleza, ni
que implicaran el mismo tipo de autoridad. Bastaba un poco de comprensión
lectora para entender que en el caso de Pedro denotaban una autoridad
espiritual como él mismo admitió. El contexto en cambio si permite apreciar que
cuando se habla de las llaves de un reino se habla de la
autoridad para gobernar en nombre del Rey dicho reino, sea terrenal, o
espiritual.
Esto es lo que he venido repitiendo a lo largo de estas respuestas.
Fíjese que el amigo primero dice nunca he sostenido
que las llaves de ambos reinos fuesen de la misma naturaleza, ni que implicaran
el mismo tipo de autoridad, pero de inmediato dice que cuando se habla de las llaves de un reino se habla de la autoridad
para gobernar en nombre del Rey dicho reino, sea terrenal, o
espiritual, dándonos a entender que las llaves a las cuales se alude
en Isaías y las de Mateo tienen el mismo significado de gobierno. En otras
palabras el amigo está diciendo que son las mismas llaves. Pero él dice “no son pero sí son”. Y esto SI es
aplicar el mismo patrón a los elementos metafóricos. También se llama
contradecirse a sí mismo.
Pero curiosamente, luego de tratar de acusarme a mí mismo
de cometer el error de aplicar un patrón fijo de significados a los elementos
metafóricos, persevera él en cometerlo:
“Es
correcto que en Isaías 51:1 la metáfora de la piedra se refiera a Abraham (aunque tengo ciertas reservas en cuanto a eso), pero un solo
versículo donde no se aplique ésta a Cristo no lo descalifica de ser la
piedra. Existen decenas de pasajes en el Antiguo Testamento donde a Dios se le
aplica la palabra Roca. Aquí pongo una lista de algunos de ellos:
Deut 32.4, Deut 32.15, Deut
32.18, Deut 32.30, Deut 32.31, Deut 32.31, Deut 32.37, 2 Sam 22.32, 2 Sam
22.47, 2 Sam 23.3, Sal 18.31, Sal 18.46, Sal 19.14, Sal 28.1, Sal 31.2, Sal
61.2, Sal 62.2, Sal 62.6, Sal 62.7, Sal 71.3, Sal 73.26, Sal 89.26, Sal 94.22,
Sal 95.1, Sal 144.1, Isa 17.10, Hab 1.12.
Si es cierto que hay muchos textos donde se utiliza
la palabra roca o piedra para otros propósitos, como su uso natural por
ejemplo, vemos que también es ampliamente utilizada metafóricamente para
referirse a Dios.”
En este último comentario, nuestro amigo se refuta a sí
mismo y no se da cuenta. Cosas que pasan cuando no se razona de manera
coherente.
Obsérvese que aunque admite que hay textos donde se
utiliza la palabra piedra con otros propósitos, inclusive metáforas donde la
figura de la roca es aplicada a otras personas, como Abraham, aún insiste en
atropellar con un montón de textos (que intenta multiplicar dividiendo
versículo por versículo) en donde la palabra Roca se utiliza para simbolizar a
Dios.
Es un hecho de lógica elemental que aunque hubiese no 100,
sino un millón de textos en la Biblia donde una figura se use en un sentido, no
significaría que siempre tenga que utilizarse de la misma manera a expensas del
contexto. Y dado que él mismo admite la existencia de otros textos en donde no
se cumple la regla, pretende que analicemos Mateo 16,18 en base a porcentajes,
como si todo se redujera a una cuestión de números.
Sin embargo aquí nadie ha mencionado números ni porcentajes. De hecho,
el amigo está incurriendo en una pésima aplicación de las reglas hermenéuticas
(la regla SEGUNDA y la QUINTA), como lo explico más adelante.
Lo que sucede es realmente distinto. La figura “roca” es
frecuentemente asociada a Dios en la Biblia porque tiene ciertas
características que pueden ayudarnos a comprender una característica de la
divinidad, que es su firmeza, su estabilidad. Pero la firmeza no es una
característica única de Dios, sino que Dios también la ha infundido en sus
creaturas, de allí que no sea extraño que Abraham, el padre de la fe, también
sea llamado roca, o Pedro mismo, como primer mayordomo del Reino de Dios.
No puede ser posible que el amigo no sepa distinguir cuando una palabra
se utiliza en sentido literal y cuando se utiliza en sentido figurado. Siendo
así, entonces le enseñaré todo con manzanitas como los niños de primaria.
Siempre utilizamos alguna palabra
en sentido literal pero también figuradamente. Por ejemplo un barril es
literalmente un contenedor grande que puede almacenar gran cantidad de algún material.
Pero se utiliza figuradamente cuando se le dice a una persona que come
desmedidamente que es un “barril sin fondo”. No es que la persona ES un barril
pero se utiliza la figura para tener una idea clara de cuanto come la persona. Es
decir cuando utilizamos la palabra de manera literal, ésta puede tener un
significado pero cuando la aplicamos figuradamente puede tener otro uso o
significado. Pero el amigo demuestra incapacidad para hacer ese tipo de distinción,
Ahora bien, la palabra roca en la Biblia se utiliza en sentido literal
como por ejemplo:
Deuteronomio
8:15 que te hizo caminar por un desierto
grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed,
donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal;
En este verso roca significa una piedra muy grande. Veamos el uso de
roca en sentido figurado:
Deuteronomio 32:18 De la Roca que te creó te olvidaste; Te has
olvidado de Dios tu creador.
Aquí
roca se utiliza en sentido figurado ya que quien nos creó no fue una roca pero
se utiliza figuradamente para referirse a Dios por su característica imponente
e inmovible.
Dicho
esto, para poder interpretar correctamente un texto tenemos que tener en cuenta
cual es el pensamiento del escritor cuando se utilizan las palabras (en este
caso roca). Esto es lo que dice la REGLA SEGUNDA de hermenéutica que el amigo
cita así:
Regla SEGUNDA. Es del
todo preciso tomar las palabras en el sentido que indica el conjunto de la
frase. Es decir, se debe tener en cuenta el significado de una palabra a la luz
de todas las frases. Por eso es necesario conocer el
pensamiento del autor.
Los siguientes textos deberían ser suficiente evidencia
para saber quién era la roca en el pensamiento hebreo:
Deuteronomio 32:4 El es la
Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud; Dios de
verdad, y sin ninguna iniquidad en él; Es justo y recto.
2 Samuel 22:32 - Salmo 18:31 Porque
¿quién es Dios, sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?
Salmo 62:6 El solamente
es mi roca y mi salvación. Es mi refugio, no resbalaré.
Si
en el pensamiento hebreo SOLO DIOS es la roca entonces ¿será Abraham
considerado roca? Veamos el texto en su contexto:
Isaías 51:1 Oídme, los que seguís la
justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis
cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados.
51:2
Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando
no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué.
Como
bien comenta el amigo yo dije que es correcto que en Isaías 51:1 la metáfora de
la piedra se refiera a Abraham. Pero lo que el amigo pasó por alto es que
inmediatamente digo que tengo ciertas reservas en cuanto a eso. Pues bien,
resulta que cuando analizamos la palabra piedra mencionada en el verso uno en
hebreo es TSUR que como bien dice Getsemaní Fernández Rangel en su libro, se
utiliza solo aplicado a Dios. La mala noticia para el JMA y sus informantes es
que en la Septuaginta (traducción griega del Antiguo Testamento) Tsur se
traduce a PETRA, la misma palabra que se
utiliza en Mateo 16:18 y que en el resto del NT se usa con referencia solamente
a Cristo (cuando se utiliza figuradamente, claro está). Lo que significa esto
es que en Isaías 51:1 se hace referencia a Dios y no a Abraham.
Todo esto
indica que en el pensamiento hebreo, cuando se utiliza la palabra roca en
sentido figurado se utiliza siempre para referirse a Dios.
Ahora bien, en el Nuevo Testamento la
palabra roca (Petra) es utilizada dieciséis veces y TODAS las veces que se
utiliza de manera figurada es para referirse a Cristo directa o indirectamente.
De hecho, el evangelio de Mateo fue escrito por un judío y sus lectores
primarios fueron judíos. Ya que en el pensamiento hebreo solo Dios es la Roca,
¿en quién pensaron los judíos que leyeron el capitulo dieciséis verso
dieciocho?
Una vez más he demostrado mi punto con
textos bíblicos. Nuestro amigo, por el contrario lo que hace es inventar
subterfugios que parecen lógicos pero solo son ilusiones que solo él y sus
informantes se creen. Esto deja mucho que pensar sobre la hermenéutica de
nuestro amigo.
Para intentar darle fuerza a lo que es una eiségesis
arbitraria continúa:
“Este
comentario del amigo católico tiene mucho mérito. Concordamos en que las metáforas citadas son diferentes aplicaciones al
fundamento del que se habla. Pero aun cuando son diferentes metáforas, ambas son paralelas, es decir,
que se complementan.
El resultado de este complemento es que al Cristo ser la piedra del ángulo (Ef.
2:20) y también ser el fundamento (1 Cor. 3:11), entonces Cristo es tanto el
cimiento que sostiene la obra (incluidos los apóstoles y profetas) como la
cabeza de ésta. El Espíritu Santo se ha encargado de enseñarnos que el
fundamento mayor es Cristo y la cabeza mayor también es Cristo. Estos puestos
no los puede ocupar ningún ser humano falible.”
Aquí nuestro amigo admite que son metáforas distintas,
pero alega que son metáforas paralelas, o que se complementan, pero este
argumento muy flojo falla por varias razones:
En primer lugar, para que una metáfora pueda considerarse
paralela a otra, los elementos simbólicos en las metáforas deberían ser los
mismos y mantener sus significados, sin embargo eso no se cumple en las
metáforas que nuestro amigo considera “complementarias”.
Hasta donde alguien es capaz de llegar para sostener un “argumento”.
Definitivamente el amigo fracasó en su intento de utilizar las reglas hermenéuticas
en contra de nuestra interpretación. Si bien los textos a los que aludimos en
este aparte son diferentes metáforas, son complementarias porque hablan del
mismo asunto. Esto es lo que dice la regla quinta de interpretación que el
amigo utilizó:
Regla QUINTA. Es necesario
consultar los pasajes paralelos. Los
pasajes paralelos son aquellos que tienen relación, o que tratan de un mismo
asunto.
Eso de que los elementos simbólicos en las
metáforas deberían ser los mismos y mantener sus significados es una
mera opinión que el amigo se ha sacado de la
manga. En Efesios 2 y 1 Corintios 3 se
está tocando el tema de cómo está constituida o construida la iglesia. Si
queremos hacer una buena exegesis de cualquier tema debemos consultar y
confrontar todos los textos que hablen del mismo tema sea cual sea el sentido
en que se habla.
En Mateo 16,18 se identifica a la Iglesia con una
edificación donde Jesucristo aparece como el constructor y no como parte de la
misma (de allí que dice “edificaré”), mientras que los creyentes figuran como
piedras que Cristo va colocando. En 1 Corintios 3,11 las piedras simbolizan las
obras de los creyentes y el fundamento es la doctrina de Cristo. En Efesios
2,20 en cambio los apóstoles figuran como fundamento de la construcción y
Cristo como piedra angular. El problema de mezclar todas estas metáforas en la
“ensalada” de nuestro amigo, es que Cristo termina ocupando varios puestos al
mismo tiempo, obsérvese como afirma que Cristo es el fundamento, la piedra
angular, la piedra sobre la que se edifica, todo junto.
El problema principal en el argumento del amigo es que aunque menciona
las citas bíblicas no está considerando con detenimiento lo que ellas dicen y
escoge lo que puede utilizar y hace silencio en detalles importantes a tener en
consideración. Fíjese bien lo que dice 1 Corintios 3:11:
Porque nadie puede poner otro fundamento que el que
está puesto, el cual es Jesucristo.
El texto es muy claro. Dice que el UNICO fundamento se llama
Jesucristo. NO HAY OTRO. Siendo entonces Cristo el único fundamento Efesios
2:20 lo que nos dice es que el fundamento de los apóstoles no son ellos sino
que es la doctrina de Cristo, es decir, Cristo mismo (recuerda 1 Cor. 3:11).
Los apóstoles pusieron ese fundamento por medio del ejercicio de su ministerio.
Pero también Efesios 2 dice que Cristo es la Piedra angular. Por tanto, ¿qué es
lo que dicen los textos entonces? Lo que dicen es que Cristo es tanto el UNICO
fundamento como la piedra superior.
Por esto el amigo me acusa de formar una ensalada con los textos
bíblicos pero no se da cuenta que de donde saco la ensalada es de Isaías 28:16:
Isaías 28:16 por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí
que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular,
preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure.
Isaías profetiza de parte de Yahvéh que Jesucristo sería cimiento,
piedra de fundamento y angular al mismo tiempo. ¿Debemos entonces acusar a
Isaías de mezclar todas estas metáforas en “ensalada”?
Para observar con más claridad la inconsistencia de este
razonamiento, imaginemos que en la conocida metáfora donde se identifica a la
Iglesia con un cuerpo, estando Cristo en la cabeza y nosotros en los miembros, termine siendo
Cristo, la cabeza, la mano, el pie, etc. Un absurdo
igual de absurda que la interpretación de nuestro amigo.
Sin embargo, como ya se demostró, LA BIBLIA dice y repito, Cristo es tanto el cimiento que sostiene la
obra (incluidos los apóstoles y profetas) como la cabeza de ésta. El Espíritu
Santo se ha encargado de enseñarnos que el fundamento mayor es Cristo y la
cabeza mayor también es Cristo. Estos puestos no los puede ocupar ningún ser
humano falible.
Lo que el
amigo hace es tratar de exagerar mi argumento diciendo que yo pretendo poner a
Cristo en todo. Pero él mismo se hace mentiroso porque no puede demostrar que
yo he querido decir lo que él dice que yo digo. Y
dije que Cristo representa las dos partes más esenciales de la construcción: el
fundamento y la cabeza. El resto del edificio es la iglesia. De otra manera el
edificio no resistiría el soplo de un asmático crónico. Eso sí que sería
absurdo.
Y con termino porque el resto es más de lo mismo, y
aglutina básicamente los mismos errores. Se que muchos opinarán que eran
argumentos muy flojos que no merecían ser analizados, y de verdad que son de
una fatuidad que aturde, pero un lector me ha dicho que había tenido dificultad
en contestarlos y no he querido dejarlo sin respuesta.
En esto opino lo mismo. Los que lean este artículo
dirán que es una pérdida de tiempo contestar los mismos argumentos predecibles
y trillados pero siempre aparece alguien que se puede confundir. Solo espero
que los informantes de José Miguel Arraiz, si son amantes de la verdad, puedan
reflexionar sobre lo que se expone aquí antes de ir corriendo a quejarse de que
no tienen argumentos para que se les invente algo que puedan usar para
contestar.
Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en
Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez
que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo
pensamiento a la obediencia a Cristo,
2 Corintios
10:4-5